jueves, 26 de agosto de 2010




No sé exactamente porqué, pero el sonido de la lluvia me relaja. Es como si cada gota se llevase algo que me preocupa, algo que pesa sobre mi conciencia, algo que no puedo controlar y me supera. Me pregunto en qué momento empecé a preocuparme por todo, por mi, por mi familia, por mis amigos, por mis estudios, por mi futuro… ¿En qué momento dejé de preocuparme ni más ni menos que de vivir el día a día? A veces llevamos tantas preocupaciones en el corazón que nos es imposible caminar e incluso respirar, convirtiéndose en una pesada mochila que hemos de llevar a cuestas con nosotros, como si fuese el caparazón de un caracol. ¿Cuándo decidimos hipotecar nuestra vida con problemas? A veces el destino lleva tus pasos hacia terrenos pantanosos, terrenos en los que no sabes a dónde ir, ni dónde poner los pies porqué aparentemente todo lo que te rodea es un gran lodazal… aún así, a pesar de sentirte desorientado, aturdido y lleno de temor encuentras la manera de mantener la cabeza a flote, de no hundirte en medio de las arenas movedizas… Cuando resistes, cuando luchas, cuando a pesar de las lagrimas no dejas que la tristeza te ciegue ni que el dolor ahogue tu voz, a veces en medio de la niebla y de esa soledad que aparentemente te rodea encuentras una mano amiga dispuesta a deslizarse al pozo para sacarte de él, dispuesta a luchar para arrancar tus pies del barro, dispuesta a darte ese susurro, ese aliento que necesitas tanto… unos brazos dispuestos a levantarte cada vez que te caigas y a curarte las heridas siempre que sea posible, a pesar de que en ocasiones lo único que pueden hacer es esperar a tu lado a que cicatricen, por si solas, con el tiempo.


N.

jueves, 16 de julio de 2009

Los arboles no me dejan ver el bosque. *div*

Hace un par de años, escuchando el telediario me quedé atónita, la noticia principal del día decía algo así como: “El cambio climático afectará la calidad de la nieve en las pistas de esquí”. Bueno, analicemos la importancia de la frase:
El cambio climático; tal como diría Al Gore una verdad incómoda de la que las grandes empresas intentan huir y que los grades países intentan ocultar. Por desgracia nos preocupamos de que no hay empleo, que la política económica es una mierda y demás. Pero no nos damos cuenta que nos estamos cargando el planeta poco a poco y que estos problemas (llamémoslos secundarios ya que dicen que el mayor problema es la salud y el bienestar de la tierra está en nuestras manos) dejarán de ser importantes si no podemos mantener un equilibrio digno de convivencia entre seres humanos y naturaleza.
Aun así, es tan importante el echo de que la calidad de nieve será inferior… Pobres adinerados con trajes de esquiar de miles de euros; no podrán disfrutar como lo hacían antes (irónicamente hablando).


De verdad; ¿Quienes somos nosotros? ¿Tan superiores nos creemos?. Estoy de acuerdo con que el hombre es uno de los ANIMALES (si si, en mayúsculas, muchos no se lo creen) más inteligentes; pero ¿ello nos da motivo para cargarnos todo lo que lleva a nuestro alrededor durante milenios?.
Comparándonos con otras especies; los delfines mantienen relaciones sexuales más allá de la reproducción; conocen el placer del sexo. Los orangutanes comparten entre el 97% y el 98% de nuestros genes y aun así hay matanzas indiscriminadas contra ellos; siendo que tienen mas inteligencia emocional que nosotros.
En conclusión; la cadena alimenticia; en principio; se detiene en nosotros, somos el pico más alto de la pirámide, pero, si no tenemos depredadores ¿porque tememos de nuestros semejantes?. Somos nuestra peor pesadilla, una guerra entre aliados de sangre por un territorio físico o por una cuestión moral. Siempre he pensado que si hubiese un ser superior a nosotros; una raza que nos controlase; se reiría en nuestra propia cara. Somos un circo.


Pocas veces sale mi vena ecologista con tanto énfasis pero después de seguir durante años a el Sea Shepherd o prestar parte de mi tiempo a organizaciones que luchan por unos principios mundiales (aunque a muchos se les hayan olvidado) de protección hacía otros y hacía nosotros mismos; me doy cuenta de que se viene abajo todo. Que el equilibrio es imposible o “muy costoso”.
Siguiendo con la repercusión mediática de los acontecimientos. Hoy ha surgido que en Arenys de mar los mariscadores se quejaban de unos barcos que sacan la arena del fondo para agrandar la playa; ya que hay más turistas y es necesario para la temporada.
Muy bien; Mallorca también vive del turismo; si no; esto sería una isla desierta (más aun). Pero; ¿donde han quedado las prioridades? Ha sido el propio govern quien ha decidido realizar esta acción; ya que queda bonito desde fuera y con esto ha conseguido cargarse especies de moluscos y de biosfera que no quedan bonitos; que han desaparecido.

Un poco de conciencia por favor. Solo un poco.



*divka*
Si tengo que comer comida de conejos y cosas verde para seguir siendo yo; lo haré
Viva el mundo!

jueves, 9 de julio de 2009

Recuerdos de aeropuerto

Siempre que deseamos escapar de algún sitio o cuando nos encontramos incómodos con la situación intentamos viajar.
El irnos del lugar, cambiar de aires, hacerse con una guía infinitamente gruesa y comenzar a leer sobre el tema, pasar horas y horas para acabar conociendo la ciudad mejor que un ciudadano mismo. Esos momentos de creer que vas en la dirección adecuada aunque no tengas ni idea de que habrá en la próxima esquina; pero claro, con la guía en mano nos creemos expertos en historia, en geografía e incluso en los sociólogos más cosmopolitas.

Nos escapamos de la realidad en la que vivimos para creer que ir con esos aires de superioridad hacía el aeropuerto y sacar el pasaporte de entre la apretada mochila con lo necesario para pasar esos días de aventura nos bastarán para olvidarnos de la cantidad de problemas e ideas sin sentido que habitan nuestra cabeza.
Pero por sorprendente que parezca así es, se cumple por completo. Una vez llegamos al destino comenzamos a creernos dueños de las reseñas que hemos estudiado sobre la ciudad, incluso hemos aprendido el vocabulario básico para podernos desenvolver en el ambiente y de una forma curiosísima se nos olvida todo motivo por el cual vivimos y disfrutamos del viaje.
Si, “carpe diem” dirían los literantas; pero yo prefiero llamarlo “síndrome de ciudadano del mundo”.

¿Por qué? Muy sencillo. Cuando una persona se siente de un lugar geográfico específico desea con ansias vivir las costumbres, las tradiciones y la historia de ese lugar. Y en cuanto le cambias el escenario y las bases culturales se amolda por completo solo por intentar obviar las cosas que ha vivido, intentando así hacerse pasar por ciudadano natal de su destino.
En cambio, quienes, como yo, no nos sentimos demasiado patriotas ya que nuestras patrias son diversas no tenemos la necesidad de creer que leyendo una guía llegaremos a nuestro destino con un master sobre el; por el contrario, casi nunca preparamos mucho los viajes y dejamos que sea la propia curiosidad quien nos guíe, nos sentimos libres de todo y de todos.
Aun así, cambiar por unos días de telón de fondo, no tener que hacer el papel rutinario que ejercemos día si y día también y la impersonalidad que te ofrece no conoces a nadie ni que nadie pueda reconocerte nos crean un estado de animo bastante retorcido y específico. No sabemos como expresar con palabras lo que se siente cuando se vuelve a casa, pisas el aeropuerto y resoplas casi como diciendo “otra vez aquí”, aunque realmente quisieras volver y dormir en tu cama o ver a tus allegados.

Los problemas que habían desaparecido por motivo geográfico (o incluso por cobertura de móvil) vuelven a aparecer de golpe y ni nos acordábamos de ellos. Ojala fuesen como una guía de viaje. Nos la estudiamos y la aprendemos al momento y con entusiasmo.


*divka*

domingo, 28 de junio de 2009

Buscador


Se le podía reconocer por su barba de tres días, su ojos azules, su bicicleta blanca y un bloc de notas que siempre llevaba encima porque decía que si la inspiración aparecía en cualquier esquina de la ciudad no quería que le pillase desprevenido. Era un buscador, un caminante incansable guiado únicamente por las intuiciones. Siempre decía que lo importante no era el final del camino sino todo lo que vivías durante el viaje, pare él el final era simplemente el inicio de una nueva aventura. No creía en el destino, pensaba que somos únicamente nosotros quienes construimos nuestra vida. Sólo nosotros podemos escoger que hacer y cómo vivir el tiempo que se nos ha dado. Muchas veces me explicaba como dejamos que los otros escojan de qué manera hemos de vivir. Me decía que somos extrañamente complicados y no lograba comprender cómo podíamos ser extremadamente persistentes cuando se trataba de hacer un rompecabezas y cómo cuando alguien nos decía que no éramos capaces, que no valíamos para algo, nos dejábamos vencer a la primera de cambio… ¿Cómo podía explicarse que siempre pidiéramos segundas opiniones para comprarnos unos vaqueros, un coche, un piso y que cuando se trataba de nosotros, de nuestro yo, no fuésemos capaces de hacer oídos sordos y buscar nuevas opiniones? Me contaba que el gran problema de hoy era que la gente se había dejado de fijar en lo que sabía hacer, para fijarse en lo que no podía hacer… Me dijo que si me preguntaba que no era capaz de lograr le contestaría miles y miles de cosas, pero si me preguntaba qué cosas se me daban bien, que potenciales tenía, tendría que pensar un rato porque en toda mi vida no había intentado observar todo aquello de lo que era capaz…

Me contó que la gente miraba la vida desde un prisma equivocado, que en el momento que intentábamos imponer unas leyes universales sobre lo que era bueno o malo, sobre lo que era una buena o mala calidad de vida estábamos obligatoriamente creando parámetros de vida infeliz. Si tenemos un espejo en el que compararnos, tenemos un espejo que muestra nuestras carencias… pero ¿quien dice que porque no tenga “X” ya no soy feliz? ¿Y si soy yo quien ha decidido no tenerlo? ¿Igualmente se me vería como una persona poco exitosa?
Siempre me contaba que occidente había perdido el rumbo, que éramos extremadamente ricos materialmente pero inmensamente pobres espiritualmente. Me hizo darme cuenta que en oriente o el sur enfermedades como la depresión, el estrés o la ansiedad eran mucho menos frecuentes que en occidente… me mostro como nuestras comodidades nos habían hecho extremadamente débiles. De pequeños se nos criaba con la mentalidad de conseguirlo todo, como si fuésemos una especie de depredadores incansables, pero nunca se nos preparaba para perder y eso irremediablemente nos llevaría, cada vez que fracasásemos, a la infelicidad. No se nos enseñaba a decir basta, a ser felices con lo que teníamos y ese había sido nuestro mayor error como civilización.
*Natàlia*

domingo, 21 de junio de 2009

El paso de la viuda negra *div*

Decidí dejarte en el fondo, muy en el fondo de un baúl, perder la llave que lo cerraba y esconderlo dentro de un armario de recuerdos de odio y rabia.
Sirvió durante un tiempo, pero a veces mi mente volvía a entrar, volvía a recorrer el camino de cada día, esa rutina tan apetecible e increíble… pero después, al abrir los ojos se desvanecía. No era más que un sueño, un recuerdo inexistente y me quería aferrar a el aunque fuese imposible.
Un día leí: “ten cuidado con el presente que construyes, debe parecerse al futuro que sueñas”. Ese presente quedo perdido en el pasado, y el futuro el cual soñaba se desmoronó por arte de magia, y me e quedado aquí, mirando el ayer y pensando en el mañana sin saber en que creer si las dos cosas son inciertas.
El tiempo ha pasado pero aun así ese paquete aparece. Me desconcierta no saber que pensar, que sentir, o como expresarlo. Siempre hay una expresión escrita para los sentimientos (al fin y al cabo soy una esclava de las palabras) pero ahora mismo, busco y rebusco en mi mente y no soy capaz de expresar el sentir.
E ido evolucionando desde la pena más profunda al odio más extremo pero ya no. Ahora solo se me ocurre pensar en un desdén, en medir el tiempo en unidades más largas y en atrasar o adelantar el reloj. Para ser más precisos ya ni pensar, ni gasto ese tiempo, esas ganas de dedicar revivir recuerdos del pasado. Todo se ha tornado de un color a niebla, oscuro y algo difuso, por lo visto ese baúl escondido empieza a hacer efecto, pero si algún día tienes que aparecer, hazlo poco a poco porque no me dedicaré a sacar todo de golpe, solo lo malo, para tenerlo presente y no volver a caer.
Así pues, si la viuda negra aparece y es contra ti, que sepas que tienes los exhalos contados, que si te pasas por muy poco que sea puede que no vuelvas a aparecer.
A día de hoy, el apetito arácnido se mantiene apagado a la espera de algún motivo para hacerlo despertar. El futuro empieza a ser nítido y se basa en un presente certero y sin ti.


Una nueva divka
La de antes.

sábado, 20 de junio de 2009

sábado, 6 de junio de 2009

Crisálida al amanecer

Era invierno, la paja de la habitación empezaba a escasear y el hogar apagaba las llamas convirtiéndolas en cenizas. Fuera llovía, una lluvia tan intensa que parecía cortina en ojos de un anciano.

La cama, desordenada y sudada, soportaba el peso de Karla, que agonizaba por su vida y por la de su hija, Djanna. Parecía increíble, que esa pequeña mujer tuviese la fuerza de dar vida a algo que no la tenía.

Nací muerta. Morí momentos después de ver la llama del candelabro que sostenía la partera del pueblo, mientras comenzaba a santiguarse rogando a Dios por mi vida. No acabó de decir el “amén” cuando comencé a llorar. Parecían gemidos ahogados de auxilio, pero eran llantos de vida, esperanza e ilusión.

Nadie dijo palabra en escuchar mi llanto, por el contrario, mi madre lloraba de dolor y la mujer que me sostenía en los brazos deseaba callarme a toda costa, había nacido en el amanecer de una larga noche; nadie había conseguido dormir.

Mi vida se dio entre palacios y establos. En el Reino de Suecia, libraba la “gran guerra del norte” y ello hacía que mi familia cambiase constantemente de residencia por temor a encontrar combatientes que desestabilizasen la paz que tantos años les había costado. Estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de personas, desde mi infancia hasta mi madurez me enseñaron a no distinguir por rango social. Por tanto yo no pertenecía a ningún estatus que me encasillara de por vida. Era la alegría de la casa. Mi sonrisa iluminaba los días más oscuros y muchas de las doncellas se peleaban por contarme historias inventadas de lugares lejanos y exóticos que comenzaron a abrir mi apetito de conocer el mundo.

Ellas, decían que era una Diosa, Sjöfn, quien guiaba los pensamientos hacía el amor por su bella sonrisa. La Edda dice así: “Sjaunda er Sjöfn, hon gætir mjök til at snúa hugum manna til ásta, kvenna ok karla, ok af hennar nafni er elskuginn kallaðr sjafni.”(La séptima de las Ásynjur es Sjöfn. Ella se esfuerza por cambiar la mente de las personas al amor)

Todo esto venía a que había una suposición que, nunca desmentida por mi madre, que no pertenecía a la familia en la cual había nacido. Mis rasgos eran finos, mi tez pálida y mis cabellos azabaches, incluso mis ojos, oscuros y los pocos dias de sol incluso rojizos parecían ajenos a la gente con quien compartía sangre; siendo mi madre rubia, con típicos rasgos nórdicos que portaba toda mi familia.Desde muy pequeña sabía que mi padre no era ninguno de los hombres que estaban de aquí para allá por las estancias. Karla, quien me trajo al mundo, nunca me nombró la palabra padre, solo comentaba que un hombre con mis ojos la había amado y que le dolía mirarme al reír, porque lo veía reflejado en mi.



divka